Para desarrollar un programa deportivo de este tipo, cuyo objetivo sea “perder peso”, debemos atender no sólo al peso corporal, sino también a su composición. Estos datos nos ayudan a interpretar de forma objetiva los cambios que se irán manifestando en la arquitectura muscular y en la grasa corporal.
Es fundamental señalar un punto de partida y un objetivo realista en base a diferentes parámetros fáciles de identificar.
La costumbre de mirar sólo la relación entre peso y altura (conocido como índice de masa corporal o IMC) es peligrosa, ya que estos resultados deben establecerse dentro de un marco, como el biotipo personal, y otras características ontogenéticas. Las adaptaciones fisiológicas que el ejercicio y la nutrición provocan deben ser valoradas por profesionales que conozcan los límites que separan una vida saludable de otra que no lo es.
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