La respuesta a esta pregunta es la siguiente: Para perder peso lo mejor es combinar un programa con estrategias de trabajo cardiovascular
y de fuerza.
Cumplir con un programa de estructuración muscular previo al
trabajo cardiovascular conlleva un elevado coste metabólico. En la primera
parte de este tipo de programa el cuerpo agota las reservas de glucógeno
muscular y este efecto repercute directamente en el trabajo cardiovascular. Así
llegaremos antes a ese proceso de lipólisis tan deseado.
Este tipo de programas están orientados especialmente a
personas sedentarias y con sobrepeso. Muchas de estas personas comienzan
programas de entrenamiento cardiovascular con el fin de reducir sus depósitos grasos, son embargo, suelen abandonar antes de
cumplir los ciclos correspondientes, y no es debido a la fatiga
cardiovascular, la causa es la fatiga muscular.
Aunque el trabajo muscular en ejercicios sin deuda de oxigeno
(aeróbicos) no es muy exigente, siempre existe contracción muscular, necesaria
para realizar el movimiento que corresponda. Si no tenemos tono muscular, no
seremos capaces de completar la carga de entrenamiento de este tipo de
programas.
La estrategia más recomendable para combinar estas
cualidades físicas es realizar la parte de estructuración muscular antes del
trabajo cardiovascular. Reduciremos nuestro almacén de glucógeno durante la
sesión de fuerza y accederemos a los depósitos grasas antes en la fase
cardiovascular.
Hacerlo al revés conllevaría un retraso en el acceso a las
grasas y nos dejaría sin energías para realizar ejercicios de intensidad en la
fase de fuerza.
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