La flexibilidad es una cualidad física importantísima a la
que no se la otorga el protagonismo que debería. Es una condición a la que
deberíamos dedicar una sesión de forma exclusiva dentro de nuestro programa de
actividad física. Debemos comprender que lo que limita nuestros movimientos no
son los músculos propiamente dichos, sino el tejido conjuntivo que une éstos
con la estructura esquelética corporal.
La flexibilidad bien entendida no tiene en cuenta la
distancia entre origen e inserción muscular, lo que realmente debemos entender
es que una persona flexible obtiene mejores resultados en cuanto movilidad
articular, lo que en consecuencia conlleva una mejora en sus habilidades
motrices, disminuye el riesgo de lesión, eleva los niveles en cuanto a
rendimiento de la fuerza, la coordinación y la velocidad. Nos ayuda a
recuperarnos antes de nuestras sesiones de entrenamiento evitando que los
grupos musculares queden retraídos. Es imprescindible para favorecer las correcciones
posturales e incluso nos ayuda a reducir los niveles de estrés o ansiedad.
Aunque todos perdemos flexibilidad con el paso del tiempo,
existen muchos factores a lo largo del día que influyen sobre nuestros tejidos
limitando su movilidad. Nuestra recomendación es clara: Dedicar tiempo a los estiramientos
más conocidos (de tipo preventivo, realizados antes y después de entrenar) y
por supuesto, incluir una sesión de entrenamiento orientada a la mejora de esta
condición.